El pasado 12 de septiembre falleció en Liverpool (Reino Unido) Eric Sidney Watkins, Sid Watkins, «el profesor».
Siempre que muere un personaje, sea más o menos célebre, oímos frases elogiosas, la mayoría de ellas estereotipadas, sacadas del «libro de los muertos». Pero a veces hay en el ambiente algo casi imperceptible que hace que parezca cierto, que esas frases sentidas estén dichas con sinceridad. A lo mejor porque lo es…
Neurocirujano y aficionado a los deportes de motor, Sid Watkins conoció casualmente a Bernie Ecclestone en el London Hospital of Neurology and Neurosurgery. Y Bernie le ofreció un puesto como médico en las carreras de la Fórmula 1. En la década de los 70 comenzó a desarrollarse la Medicina Intensiva, y en aquellos años empezaba a estudiarse la atención al paciente politraumatizado y, por supuesto, en los accidentes de tráfico. Se demostraba poco después que el factor que más influye en la supervivencia después de un accidente es la atención en los primeros minutos.
Sid Watkins revolucionó a lo largo de 26 años la seguridad en la Fórmula 1 en particular y en los deportes de motor en general. Protocolizó la atención en los minutos siguientes a un accidente, mejorando la accesibilidad al coche siniestrado y la velocidad de respuesta, montó un hospital de campaña en los circuitos, introdujo el helicóptero medicalizado para la evacuación de los pilotos e impulsó el uso del HANS, el protector cervical, entre otros muchos cambios. Y además atendió a los pilotos durante años en los accidentes, salvando la vida de muchos de ellos.
Muy pocos son los que tienen la oportunidad histórica de cambiar el mundo que les rodea. Y menos aún los que la aprovechan. Sid Watkins lo hizo. De ellos se hace la Historia de la Medicina.
Descanse en paz, profesor.
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